

Es martes a las 11.30 de la noche. Como preveía, al final no vamos a la sierra, se pospone para la próxima semana...la verdad es que nos tiene un poco preocupados porque a este paso no se va a poder tener las plantas a tiempo y son cuatro familias beneficiarias en esa zona...bueno, a la próxima semana se verá como se arregla (me temo que a carreras y a medias).
Hoy ha tocado entrega de pollos en una finca cerquita ya de Colombia. Ni que lo hubiese hecho a posta, pero ¿a que uno ve mejor a los tucanes libres que encerrados? Son preciosos, por la finca andaba (bueno, volaba), lo encontraron de pequeñito herido y ya se ha quedado por la zona pero puede ir donde le plazca. la niña con los pollitos es para comérsela, eh? hay que ver como disfrutan los niños (y los no tan niños) con los pollos cuando llegan. Eso sí, yo medio traumatizado porque pisé a uno y la verdad es que no tenía aspecto muy saludable que digamos. No es raro que pase porque corretean para todos lados y al dejarlos se meten debajo de las botas pero a los niños se les puso una cara de pena...cualquiera les dice que 147 ó 148 pollos es prácticamente lo mismo.
Desde hace ya unas semanas se perdió completamente la señal de televisión en casi toda la provincia. Resulta que hace unos días se ha arreglado pero sólo emite un canal que resulta es el del gobierno y no precisamente imparcial...sospechoso y que peligroso. Menos mal que aquí se hace más caso a la radio.
Como hoy no hay mucha novedad dejo a continuación una noticia de esta zona publicada hace poco en El Universo (periódico de aquí) donde se ve algunos de los problemas que hay en la provincia:
"Lunes 09 de agosto del 2010 País
En Putumayo, éxodo evidente; en Sucumbíos baja el comercio
Una oxidada antena parabólica de televisión satelital está amarrada en un palo clavado a un costado de un patio de cemento que empieza a ser cubierto por la maleza. En el otro borde hay pedazos de zinc. Más allá se observa una casa de tablas, abandonada; cerca hay otra y más allá, otras más, desoladas. El ladrido de tres perros da vida al poblado. Sale un hombre. Es Domingo Muñoz, uno de los 30 habitantes que quedan en la vereda (caserío) colombiana La Rosa, donde hace cuatro años vivían más de 300 personas.
La antena y una hilera de postes con cables de energía eléctrica ya no prestan ningún servicio. Son solo un recuerdo de aquella época de bonanza de esta localidad asentada a orillas del fronterizo río Putumayo, diagonal a la comunidad ecuatoriana de El Palmar, ubicada en la orilla opuesta, en el noreste de Sucumbíos.
“La gente ha ido saliendo porque la fumigación y luego la erradicación (manual) de la coca nos ha dejado sin tener de qué vivir. Ahora tenemos unos pocos cultivos, lejos de acá. Unas familias se fueron para Nariño o el interior de Colombia; la mayoría se pasó al Ecuador”, refiere Muñoz.
En El Palmar, si bien no hay casas abandonadas, el movimiento comercial, que hasta hace unos tres años era intenso, casi ha desaparecido. Los cuatro billares pasaban llenos todos los días, hoy solo abren los fines de semana. Igual las cinco discotecas, las siete tiendas de abarrotes, los restaurantes y dos residencias de nombres más identificados con Colombia. Una de ellas es Aire Sureño. “Vendíamos casi cinco mil dólares al mes; ahora no alcanzamos ni a mil”, afirma la dueña de una tienda, oriunda de San Miguel de Bolívar y residente en la zona por 20 años.
Después de la instalación de un campamento militar ecuatoriano, a raíz del bombardeo de Angostura, donde Colombia atacó el 1 de marzo del 2008 un campamento de las FARC en Ecuador y mató a 26 personas, entre ellos al número dos de esa agrupación, Raúl Reyes, el movimiento de personas ha disminuido de diez a uno, según los pobladores. De El Palmar al sitio del bombardeo hay 5 km en línea recta y ya nadie quiere hablar del tema, aunque añora la época en que la guerrilla pasaba por la zona, por el movimiento comercial que originaba,
Lo que sucede en La Rosa, Colombia, y El Palmar, Ecuador, se replica en casi toda la frontera norte, del lado de Sucumbíos y el departamento colombiano de Putumayo, que comprende 320 kilómetros, de los casi 700 que separan a ambos países desde la Amazonía al océano Pacífico.
A las orillas de los fronterizos ríos San Miguel y Putumayo, decenas de pueblos colombianos están semiabandonados. La política de seguridad democrática implantada por Álvaro Uribe, quien entregó luego de ocho años la presidencia, el pasado sábado, a Juan Manuel Santos, ejerció su presión no solo contra los grupos armados irregulares, sobre todo FARC y paramilitares, que aún mantienen ciertas estructuras en esa región, sino sobre miles de campesinos que dependían, sobre todo, de los cultivos de coca.
En el 2004 comenzó la fumigación aérea; desde el 2006, militares comandan grupos de erradicadores manuales de sembríos ilícitos. Y si no hay dinero de la coca, la gente sale.
En los últimos cuatro años el Ejército colombiano empezó a ubicar algunas bases permanentes en San Miguel, frente al poblado ecuatoriano de La Punta; en Teteyé, frente a Puerto Nuevo; en Piñuña Negro y Puerto Ospina, frente a Puerto El Carmen. Además, escuadras volantes de militares recorren diversas zonas fronterizas, en el Putumayo. Lo saben los pobladores y algunos reniegan de esa presencia.
Esa es parte de la frontera con Ecuador que recibe Juan Manuel Santos. Son 320 kilómetros donde hay pobreza y éxodo constante. “La guerrilla ahora viene de vez en cuando, ya casi solo andan como campesinos”, dice una dirigente comunitaria colombiana que pide no revelar su nombre. Cientos de campesinos colombianos se han ido para Nariño, frente a la provincia ecuatoriana de Esmeraldas, donde desde hace cuatro años aumentó la siembra de coca.
Y también por allá están los grupos armados, cuenta una maestra que, cansada de la violencia, decidió irse de Nariño a una comunidad de Putumayo y enseñar a 17 niños en una escuela que antes tenía casi cien alumnos y tres docentes.
Quienes no fueron para Nariño o para otros departamentos de su país ingresaron a Ecuador, donde laboran en fincas, en las petroleras o las compañías constructoras que trabajan para el sector hidrocarburífero. Un ejemplo es Julián España, que se asentó en la población ecuatoriana de Barranca Bermeja, al noroeste de Sucumbíos. De esa localidad, que antes tenía 70 familias y ahora 30, laboran 15 ciudadanos colombianos en las petroleras.
El éxodo del Putumayo presionó a Sucumbíos. Allí están casi 15 mil de los 51 mil refugiados colombianos que registró la Acnur (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados) en un censo, hace tres meses. Allí residen miles de ciudadanos del país del norte, no registrados. Y a Sucumbíos también se trasladó la violencia del vecino país, como las muertes violentas y ejecuciones extrajudiciales. Se trasladó el tráfico de narcóticos.
El ajetreo comercial que tenían las localidades ecuatorianas Puerto El Carmen y La Punta, por ejemplo, bajó a partir del 2005. En esa época florecieron también Puerto Mestanza y Puerto Nuevo. Estas poblaciones vieron disminuir la actividad desde el 2006 y, por dos años, creció El Palmar. Hoy, estas localidades registran poco movimiento y tienen vigilancia del Ejército ecuatoriano.
Situación Fronteriza
Sector militar
7.000 hombres están asignados en zona limítrofe de Sucumbíos
Tres soldados controlan el paso de automotores en una garita ubicada cerca al río San Miguel, en la vía a El Palmar. En la entrada a esta población hay otra garita. A 200 metros funciona el destacamento militar Agustín Anchico, con una decena de hombres que se relevan cada mes. Este control dista de lo que sucedía antes del ataque colombiano de Angostura, cuando la vigilancia era ocasional.
Gary Jaén, jefe del destacamento, señala que los uniformados controlan incluso el acceso de ciudadanos colombianos, pidiéndoles el pasado judicial y registrando sus nombres.
Esto es parte de los múltiples operativos que realiza el Ejército ecuatoriano en la zona fronteriza de Sucumbíos con Colombia, que está a cargo de unos 7.000 uniformados, según el general Hugo Villegas, comandante de la IV División del Ejército Amazonas, responsable de esa jurisdicción.
Además de los puestos fijos, grupos de fuerza especiales recorren la zona selvática.
Violencia
En 22% aumentaron casos de asesinatos en semestre del 2010
En el 22% en relación con el primer semestre del 2009 han aumentado los casos de homicidios y asesinatos en Sucumbíos en los seis primeros meses del año, según un informe de la Policía de esta provincia.
El 85% de estos delitos se comete en el sector rural de los cantones Shushufindi, Putumayo y Cuyabeno. El promedio de asesinatos en la provincia es de seis por mes y en abril se incrementó a ocho, señaló en julio pasado el teniente coronel Marcelo Noguera, jefe de operaciones tácticas del Comando de Policía de Sucumbíos.
En muchos de estos casos, las víctimas son ciudadanos de origen colombiano. Uno de los brotes de violencia que más preocupa a los ciudadanos es aquel que se da en la parroquia Pacayacu, vía Nueva Loja-Puerto El Carmen, donde en tres meses han sido ejecutadas 18 personas, cuyos cadáveres han sido abandonados acribillados y con muestras de haber sido torturados y, en algunos casos, electrocutados.
Tenencia de la tierra
Precios de predios han bajado y todo se negocia informalmente
Daniel Oyola vive con su esposa, dos hijos y dos sobrinas en Barranca Bermeja, al noroeste de Nueva Loja. Todos ellos son colombianos y la propiedad en la que residen Oyola la compró a una ciudadana de ese país en dos millones de pesos (unos mil dólares). No tiene escrituras, solo una constancia de compraventa. En igual situación viven diez de sus vecinos.
En alrededor de 88 comunidades fronterizas de Sucumbíos, cientos de ciudadanos colombianos han negociado propiedades de manera informal, pues la Ley de Seguridad Nacional impide que extranjeros adquieran propiedades en un área de 20 kilómetros desde la línea de frontera al interior.
En los últimos seis meses, el costo de estas transacciones ha ido a la baja. En El Palmar, por ejemplo, hace tres años, un terreno de diez por veinte llegó a costar 2.000 dólares. Hoy se negocia entre 500 y mil dólares. Por lo general, entre colombianos las transacciones son en pesos, la moneda de su país"
Hola Fran
ResponderEliminarMe alegro de que estes bien y por supuesto de que estes disfrutando de este viaje
La foto del tucan muy bonita ,pero la de la niña con los pollitos es preciosa y muy tierna
Un beso
Vaya lio que hay por allí, no? ya nos daras un cursillo a tu regreso...
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